Se pone en marcha una nueva campaña de vigilancia de los niveles de ozono troposférico en Rubí
La población más sensible a este contaminante son las personas con problemas respiratorios, los ancianos y los niños
El Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat, con la colaboración de varios municipios de Cataluña, entre ellos el de Rubí, intensifica el control de los niveles de ozono troposférico entre los meses de mayo y septiembre mediante la Campaña de vigilancia de los niveles de ozono troposférico en Cataluña. Esta es la época del año en que las condiciones meteorológicas (alta radiación solar, temperaturas elevadas, etc.) favorecen la formación de este gas y, por tanto, cuando se pueden superar los niveles establecidos.
El ozono es un gas incoloro muy reactivo, invisible y de olor agradable. Se encuentra de manera natural en la atmósfera. Su concentración es máxima a unos 20 km de altura, dentro de la estratosfera. Es la llamada capa de ozono, que protege a los seres vivos de las radiaciones ultravioletas procedentes del sol y, por tanto, es beneficiosa para nosotros. Por otra parte, el ozono también se encuentra en la troposfera, la capa de la atmósfera más cercana a la superficie terrestre. Este es el llamado ozono troposférico, que puede ser de origen natural, por ejemplo, el formado a partir de compuestos orgánicos volátiles liberados por los procesos de fermentación y las actividades volcánicas o el que se forma en las descargas eléctricas de una tormenta; o producido por el ser humano, especialmente por las emisiones del tráfico y la industria.
La legislación establece, como valores orientativos para prevenir posibles efectos del ozono, unos umbrales que se recomienda no superar. Cuando se sobrepasa el umbral de información (180 μg/m3 en 1 hora) o el umbral de alerta (240 μg/m3 durante 1 hora) establecidos se informa a la población y a diversos organismos y entidades de esta superación para que puedan adoptar medidas preventivas de protección.
Efectos del ozono troposférico
En función de la concentración de ozono y de la duración del episodio, este gas puede causar diferentes efectos sobre la salud, como tos, irritaciones en la faringe, el cuello y los ojos, dificultades respiratorias (efecto 'garganta seca'), disminución del rendimiento, empeoramiento de la función pulmonar y síntomas de malestar general: cansancio, dolor de cabeza, decaída...
Hay que tener en cuenta que estos síntomas también pueden tener otras causas y que, difícilmente, se pueden distinguir de las perturbaciones generales del estado de la salud. Por otro lado, la sensibilidad al ozono puede variar mucho de persona a persona. Lo que es nocivo para una persona puede no tener ningún efecto sobre otra, lo que no permite distinguir, de manera clara, los grupos de riesgo especiales. Sin embargo, las personas que, a priori, podrían resultar más afectadas son los enfermos de corazón y de pulmón y, en segundo lugar, los niños, el resto de enfermos y las personas mayores.
Como sistema de prevención, hay que evitar hacer esfuerzos corporales al aire libre que no sean usuales, principalmente si producen fatiga, son de larga duración y se llevan a cabo dentro del período comprendido entre las 10h y las 16h (hora solar), cuando los niveles de ozono son más altos.
El ozono es un gas incoloro muy reactivo, invisible y de olor agradable. Se encuentra de manera natural en la atmósfera. Su concentración es máxima a unos 20 km de altura, dentro de la estratosfera. Es la llamada capa de ozono, que protege a los seres vivos de las radiaciones ultravioletas procedentes del sol y, por tanto, es beneficiosa para nosotros. Por otra parte, el ozono también se encuentra en la troposfera, la capa de la atmósfera más cercana a la superficie terrestre. Este es el llamado ozono troposférico, que puede ser de origen natural, por ejemplo, el formado a partir de compuestos orgánicos volátiles liberados por los procesos de fermentación y las actividades volcánicas o el que se forma en las descargas eléctricas de una tormenta; o producido por el ser humano, especialmente por las emisiones del tráfico y la industria.
La legislación establece, como valores orientativos para prevenir posibles efectos del ozono, unos umbrales que se recomienda no superar. Cuando se sobrepasa el umbral de información (180 μg/m3 en 1 hora) o el umbral de alerta (240 μg/m3 durante 1 hora) establecidos se informa a la población y a diversos organismos y entidades de esta superación para que puedan adoptar medidas preventivas de protección.
Efectos del ozono troposférico
En función de la concentración de ozono y de la duración del episodio, este gas puede causar diferentes efectos sobre la salud, como tos, irritaciones en la faringe, el cuello y los ojos, dificultades respiratorias (efecto 'garganta seca'), disminución del rendimiento, empeoramiento de la función pulmonar y síntomas de malestar general: cansancio, dolor de cabeza, decaída...
Hay que tener en cuenta que estos síntomas también pueden tener otras causas y que, difícilmente, se pueden distinguir de las perturbaciones generales del estado de la salud. Por otro lado, la sensibilidad al ozono puede variar mucho de persona a persona. Lo que es nocivo para una persona puede no tener ningún efecto sobre otra, lo que no permite distinguir, de manera clara, los grupos de riesgo especiales. Sin embargo, las personas que, a priori, podrían resultar más afectadas son los enfermos de corazón y de pulmón y, en segundo lugar, los niños, el resto de enfermos y las personas mayores.
Como sistema de prevención, hay que evitar hacer esfuerzos corporales al aire libre que no sean usuales, principalmente si producen fatiga, son de larga duración y se llevan a cabo dentro del período comprendido entre las 10h y las 16h (hora solar), cuando los niveles de ozono son más altos.