Pigmalión

Pigmalión es la historia de Rosita Fernandes, una chica inculta, ignorante y apasionada, una variante suburbana y lumpen-proletaria de la sempiterna Cenicienta, que se convierte en una mujer culta, libre y desvelada porque aprende, con la ayuda del profesor Jordana y de su fiel Fontanella, a poseer las palabras, o sea, el lenguaje.

¿Qué lenguaje? Da igual. Entre la precariedad de una jerga empobrecida y la expresión justa y exacta se encuentra, en cualquier idioma, un abismo lingüístico que separa las clases y las almas. El profesor Jordana y Rosita Fernandes se apresuran por llenar este abismo, ante la mirada cómplice de sus compañeros de reparto. Y al final obtienen una resonante victoria y se encuentran uno y otra en el mismo plano, al mismo nivel: el milagro de Cenicienta se ha producido, al menos en parte. Pero la trabajada victoria lingüística de ambos protagonistas de Pigmalión no va acompañada de su triunfo sentimental. Ellos, que han logrado dominar el lenguaje, la fonética, la sintaxis, el vocabulario… no saben cómo manejarse con los sentimientos más elementales: el deseo y la atracción mutua, la fascinación y la dependencia que ha surgido entre ambos y que ninguno de ellos sabe canalizar.