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El Banco de Buenas Prácticas incluye cinco experiencias de Rubí desarrolladas durante la pandemia Se trata de iniciativas impulsadas durante 2020 para dar apoyo a las personas con diversidad funcional, a la ciudadanía más vulnerable y las personas mayores https://www.rubi.cat/@@site-logo/ajuntament-de-rubi.png

El Banco de Buenas Prácticas incluye cinco experiencias de Rubí desarrolladas durante la pandemia

Se trata de iniciativas impulsadas durante 2020 para dar apoyo a las personas con diversidad funcional, a la ciudadanía más vulnerable y las personas mayores

El Banco de Buenas Prácticas incluye cinco experiencias de Rubí desarrolladas durante la pandemia.

El Banco de Buenas Prácticas de los Gobiernos Locales, impulsado por la Federació de Municipis de Catalunya (FMC) y la Fundació Carles Pi i Sunyer, recoge cinco iniciativas del Ayuntamiento de Rubí en su última edición, dedicada íntegramente a la COVID-19. Las experiencias reconocidas como prácticas significativas son el servicio de acompañamiento para personas con diversidad funcional que presentaran trastornos de conducta derivados del confinamiento; las pantallas faciales para niños con diversidad funcional, intérpretes de lengua de signos y personas con problemas respiratorios; el reparto de productos de los huertos municipales de Cova Solera entre colectivos vulnerables; la adaptación virtual del Servicio de Mediación; y la iniciativa telemática Memoria Viva desde casa.

La alcaldesa, Ana María Martínez Martínez, ha celebrado el reconocimiento de todas estas experiencias: "La COVID-19 irrumpió de manera repentina en nuestras vidas y alteró nuestro día a día, también dentro de la administración. Tuvimos que asumir nuevos retos y buscar soluciones imaginativas. Estas cinco iniciativas son un buen ejemplo del trabajo tan importante que se hizo durante aquellos meses más duros de la pandemia".

El servicio gratuito de acompañamiento para personas con diversidad funcional que presentaran trastornos de conducta vinculados a la situación de confinamiento se puso en marcha a mediados de abril, en pleno confinamiento. La iniciativa, coordinada por la Oficina de Atención a la Diversidad Funcional (OADF), se dirigía a niños y jóvenes menores de 21 años y personas adultas con poco apoyo familiar que pudieran acreditar la necesidad de salir a la calle por razones terapéuticas. Desde su puesta en funcionamiento y hasta el 31 de julio, cuando el servicio se dio por finalizado, se realizaron 333 salidas de una hora de duración próximas al domicilio de las personas usuarias.

El Banco de Buenas Prácticas destaca que el proyecto ayudó a rebajar la ansiedad producida por el confinamiento tanto a las personas usuarias como a sus familias y que, además, reforzó la coordinación entre todos los agentes implicados.

La segunda experiencia reconocida por el Banco de Buenas Prácticas son las pantallas faciales destinadas a niños con diversidad funcional, intérpretes de lengua de signos y personas con problemas respiratorios. La iniciativa, fruto de la colaboración entre la Oficina de Atención a la Diversidad Funcional, la Escuela de Arte y Diseño edRa y Rubí Forma, se puso en marcha en junio con el objetivo de dar respuesta a aquellos colectivos que tenían inconvenientes importantes para llevar mascarilla. En total, se produjeron 80 pantallas, de las cuales se distribuyeron 60 entre las personas que las solicitaron. El resto fueron entregadas a la sección infantil de la Biblioteca Municipal Mestre Martí Tauler para ponerlas a disposición de sus usuarios y usuarias.

La propuesta ha sido bien valorada por ocuparse de uno de los colectivos más vulnerables durante la pandemia.

El Banco de Buenas Prácticas también ha reconocido al Ayuntamiento de Rubí por la buena gestión de los huertos municipales de Cova Solera durante los meses de mayor incidencia de la COVID-19. Coincidiendo con el confinamiento, el Consistorio decidió repartir parte de la producción de estos terrenos entre los colectivos más vulnerables de la ciudad, con el objetivo de evitar que las verduras y hortalizas se estropearan y también de paliar los efectos derivados de la crisis sanitaria. La jefa de planta y personal municipal se encargaron de recoger la cosecha de diferentes parcelas, cedida por algunas de las personas usuarias de forma voluntaria, y entregarla a diferentes entidades y colectivos de la ciudad. Cada pocos días, se distribuyeron cajas de 5 kilos de productos de temporada en 15 viviendas diferentes.

La experiencia se ha considerado como una aportación innovadora y de calidad, que ha fortalecido los vínculos entre la comunidad de los huertos municipales y que ha contribuido a evitar el desperdicio alimentario.

Desde el Banco de Buenas Prácticas también se han recogido dos iniciativas relacionadas con la adaptación de los servicios municipales a la actividad no presencial. La primera es la experiencia del Servicio de Mediación, que entre los meses de marzo y junio ajustó sus canales de comunicación con la ciudadanía para seguir trabajando en la promoción de la buena convivencia en la ciudad y, especialmente, en la gestión de conflictos vecinales relacionados con la situación de confinamiento. Los mediadores y mediadoras mantuvieron el teléfono y el correo electrónico como vías de contacto con la ciudadanía pero, además, potenciaron las comunicaciones a través de las redes sociales municipales y produjeron vídeos sobre temáticas de interés, entre otros.

La experiencia, tal como valora el Banco de Buenas Prácticas, ayudó a crear redes de apoyo vecinal y a mejorar la coordinación entre profesionales y servicios.

La otra iniciativa que ha sido reconocida es la versión digital del proyecto intergeneracional Memoria Viva, que lleva a cabo el Servicio de Mayores Activos del Ayuntamiento en colaboración el Museo Municipal Castell (MMUC). Debido a la pandemia, no se podía mantener el formato presencial de esta actividad, en el marco de la cual niños, jóvenes y ancianos se encuentran para hablar sobre acontecimientos históricos y modos de vida pasados, por lo que se hizo una adaptación audiovisual. Esto permitió mantener el intercambio de conocimientos entre generaciones y, al mismo tiempo, ampliarlo al resto de la ciudadanía.

El Banco de Buenas Prácticas ha considerado que, además de asegurar la continuidad del proyecto Memoria Viva, la experiencia ha contribuido a romper la brecha digital, ya que ha acercado la tecnología a las personas mayores.